El Emperador Caro: Un Reinado en la Cúspide del Poder Romano
El Imperio Romano, a lo largo de su vasta historia, conoció incontables gobernantes, muchos de ellos efímeros, cuyo paso por la púrpura imperial fue tan fugaz como una estrella fugaz. Marco Aurelio Caro, ascendiendo al trono en el tumultuoso siglo III d.C., es uno de esos soberanos. Su breve pero intenso reinado, que apenas superó los dos años (282-283 d.C.), se inscribe en la época conocida como la Crisis del Siglo III, un período de inestabilidad, guerras civiles y presiones externas que amenazaron la propia existencia del imperio. Caro, un militar de carrera proveniente de la provincia, no de la aristocracia senatorial romana, llegó al poder tras el asesinato de su predecesor, Probo. Su aclamación por las legiones reflejaba la creciente influencia del ejército en la política imperial. Rápidamente, demostró ser un líder enfocado en la acción, priorizando la defensa y la expansión territorial. Aunque su victoria sobre los sasánidas fue notable, su misteriosa muerte en plena campaña oriental dejó un legado de incertidumbre y sentó las bases para nuevas luchas por el poder que, irónicamente, conducirían a la estabilización del imperio bajo Diocleciano.
EMPERADORES


El vasto y complejo tapiz del Imperio Romano está salpicado de figuras imperiales que ascendieron al poder solo para ver sus reinados truncados por la fatalidad, la intriga o la guerra. Marco Aurelio Caro, a menudo recordado simplemente como Caro, es una de esas figuras. Su tiempo en el trono imperial fue breve, no más de un par de años, pero estuvo marcado por eventos significativos que ofrecen una instantánea de la turbulencia que caracterizó al siglo III romano, conocido como la Crisis del Siglo III.
Los Primeros Años y el Ascenso al Poder
Poco se sabe con certeza sobre los orígenes y la vida temprana de Caro. La mayoría de las fuentes antiguas son fragmentarias y a menudo contradictorias, una constante lamentable cuando se trata de figuras de este período. Se cree que nació en Narbona (Gallia Narbonensis) o, según otras versiones, en Iliria, una región que en ese momento era un semillero de talentos militares para el imperio. Lo que sí parece claro es que no provenía de la aristocracia senatorial tradicional de Roma. Su ascenso fue un testimonio de la creciente importancia de los militares y la descentralización del poder que ya se manifestaba en el imperio.
Antes de su ascenso al trono, Caro había forjado una distinguida carrera militar. Había ocupado varios puestos de responsabilidad en el ejército romano, ganándose el respeto de sus tropas y, crucialmente, la confianza del emperador en funciones, Probo. Probo, un emperador competente que había logrado estabilizar temporalmente el imperio, nombró a Caro prefecto del pretorio, una de las posiciones más influyentes en el imperio, a cargo de la guardia pretoriana y con amplias responsabilidades administrativas y militares. Este nombramiento no solo era un signo de la confianza de Probo en Caro, sino que también le proporcionaba a Caro una base de poder considerable y una visión de primera mano de los mecanismos internos del gobierno imperial.
El año 282 d.C. marcó un punto de inflexión. El emperador Probo, que se encontraba en Sirmio (actual Sremska Mitrovica, Serbia) preparando una campaña contra los persas, fue asesinado por sus propias tropas. Las razones exactas de este asesinato son debatidas. Algunas fuentes sugieren que los soldados estaban descontentos con las severas disciplinas de Probo y con sus planes de emplearlos en proyectos civiles en tiempos de paz, algo que consideraban degradante para su estatus militar. Otros indican una conspiración o un motín espontáneo. Lo que es innegable es que, tras la muerte de Probo, las legiones aclamaron a Caro como su nuevo emperador. En un período donde la lealtad de las tropas era el pilar fundamental del poder imperial, esta aclamación era, en la práctica, la legitimación más potente. Caro, consciente de la inestabilidad política, aceptó el manto imperial, marcando el inicio de su breve pero intenso reinado.
Un Emperador Guerrero
Desde el inicio de su reinado, Caro demostró ser un emperador con un claro enfoque militar. El Imperio Romano del siglo III no era un remanso de paz; estaba constantemente asediado por invasiones bárbaras en sus fronteras y agitado por usurpaciones internas. Caro, un veterano militar, comprendía que la supervivencia del imperio dependía de una defensa robusta y de la capacidad de proyectar el poder romano más allá de sus fronteras.
Una de sus primeras acciones militares de envergadura fue la lucha contra los cuados y los sármatas. Estas tribus germánicas y sármatas habían estado incursionando en la provincia de Panonia, representando una amenaza constante para la estabilidad de la frontera del Danubio. Caro marchó con sus legiones y logró una victoria decisiva contra ellos. Esta campaña no solo aseguró la frontera, sino que también elevó su prestigio entre las tropas y en la capital, demostrando su competencia como comandante en jefe. La victoria fue celebrada en Roma y reforzó su posición como emperador legítimo.
Sin embargo, el objetivo principal de Caro no eran las tribus germánicas. El gran premio, y la principal motivación estratégica que había impulsado a su predecesor, Probo, era la campaña contra el Imperio Sasánida de Persia. Los sasánidas eran el principal rival de Roma en Oriente, y los conflictos entre ambos imperios eran una constante. La posesión de Mesopotamia era un punto de fricción perpetuo, y su control a menudo fluctuaba entre Roma y Persia.
Caro, siguiendo los planes de Probo, se dirigió hacia Oriente, llevando consigo a sus dos hijos, Carino y Numeriano. Este acto no solo buscaba consolidar una dinastía, sino que también distribuía las responsabilidades imperiales. A Carino, el mayor, lo dejó a cargo de la parte occidental del imperio, otorgándole el título de César (y más tarde Augusto) y las riendas de la administración en Roma y las provincias occidentales. Numeriano, el más joven y de quien se dice que tenía inclinaciones más literarias y filosóficas que militares, acompañó a su padre en la peligrosa expedición oriental, también con el título de César.
La campaña persa fue, inicialmente, un éxito rotundo. Caro y Numeriano cruzaron Mesopotamia, tomando las ciudades de Ctesifonte y Seleucia, las capitales persas. Este fue un logro monumental, ya que Ctesifonte había sido una fortaleza elusiva para muchos emperadores romanos anteriores. La victoria fue un golpe devastador para los sasánidas y un triunfo significativo para Roma. Las fuentes sugieren que Caro planeaba avanzar aún más, quizás buscando la sumisión total de los sasánidas o al menos una victoria tan contundente que asegurara la paz en la frontera oriental por décadas.
El Misterioso Final de un Emperador Victorioso
En la cima de su éxito militar en Persia, en el año 283 d.C., el reinado de Caro llegó a un final abrupto y misterioso. Mientras acampaba cerca de Ctesifonte, en las orillas del río Tigris, Caro murió. Las circunstancias de su muerte son objeto de considerable debate y especulación entre los historiadores antiguos y modernos.
La versión más difundida y dramática, popularizada por historiadores como Aurelio Víctor y Eutropio, afirma que Caro fue alcanzado por un rayo. Se dice que una violenta tormenta estalló mientras el emperador se encontraba en su tienda, y un rayo lo fulminó instantáneamente. Esta narración tiene un matiz casi divino o sobrenatural, presentándola como un evento de intervención celestial. En la mentalidad romana, un rayo a menudo se interpretaba como un presagio o una señal de los dioses. Algunos han visto en esta historia una forma de justificar una retirada forzada o de evitar acusaciones más mundanas de asesinato o enfermedad. La idea de que fue "tocado por los dioses" también podría haber servido para elevar su estatus póstumo.
Sin embargo, existen otras teorías más prosaicas y quizás más plausibles. Muchos historiadores modernos, y algunas fuentes antiguas, sugieren que Caro murió de una enfermedad. Las condiciones en el campamento, especialmente en Mesopotamia, eran a menudo insalubres, y las enfermedades como la disentería o la malaria eran endémicas y podían diezmar ejércitos enteros. Una enfermedad repentina y fatal no habría sido algo inusual para un emperador que pasaba tanto tiempo en campaña.
Una tercera posibilidad, y la más oscura, es que Caro fue asesinado. Dada la turbulenta naturaleza de la política imperial en el siglo III, el asesinato de un emperador no era en absoluto algo infrecuente. Sus enemigos internos, elementos descontentos de su propio ejército, o incluso facciones dentro de la corte que buscaban avanzar sus propios intereses, podrían haber tenido un motivo. Numeriano, su propio hijo y heredero que estaba con él en la campaña, o incluso Arrio Apro, el prefecto pretoriano de Numeriano, han sido mencionados como posibles implicados o beneficiarios. Sin embargo, no hay pruebas concluyentes que respalden esta teoría más allá de la mera especulación.
Independientemente de la causa exacta, la muerte de Caro en la cúspide de su campaña oriental fue un golpe devastador para el prestigio romano y para el curso de la guerra persa. Su súbita desaparición en territorio enemigo y la subsiguiente retirada de las tropas de Numeriano, quien fue aclamado Augusto tras la muerte de su padre, dejaron la victoria persa sin consolidar y sentaron las bases para nuevos conflictos.
Divus Carus. Murió en el año 283 d.C.Antoninianus (21 mm, 3,63 g, 7 h). Menta Siscia, 1ª officina. 6ª emisión bajo Carino, 284 d.C. http://www.cngcoins.comCreative Commons Atribución-Compartir Igual 2.5 Genérica.


Legado y Consecuencias
El reinado de Caro, aunque breve, tuvo implicaciones significativas para la sucesión imperial y para el futuro inmediato del Imperio Romano.
La primera consecuencia directa de su muerte fue la retirada de las fuerzas romanas de Persia. Numeriano, supuestamente aterrorizado por la misteriosa muerte de su padre o quizás aconsejado por sus generales que consideraban imprudente prolongar la campaña, ordenó el repliegue. Este giro de los acontecimientos frustró las ambiciones romanas en Oriente y consolidó las victorias persas, aunque la paz no duraría mucho tiempo.
El destino de los hijos de Caro también fue trágico. Numeriano, quien había asumido el título de Augusto, murió poco después durante el viaje de regreso a Roma, supuestamente de una enfermedad ocular o disentería. Sin embargo, su muerte también está envuelta en misterio, con sospechas de asesinato por parte de Arrio Apro, su prefecto del pretorio. La muerte de Numeriano llevó al ejército a aclamar a Diocleciano como emperador en Nicomedia en el año 284 d.C.
Mientras tanto, Carino, el otro hijo de Caro, que había gobernado Occidente, se vio en una posición precaria. Aunque había gobernado con cierta eficacia, su legitimidad fue impugnada por la aparición de Diocleciano. La inevitable confrontación entre los dos emperadores, Carino en Occidente y Diocleciano en Oriente, culminó en la Batalla del Río Margus (Morava) en 285 d.C. Carino, a pesar de sus éxitos militares previos, fue asesinado por uno de sus propios oficiales, allanando el camino para que Diocleciano se convirtiera en el único emperador.
La era de Caro y sus hijos fue un epílogo sangriento de la Crisis del Siglo III. Su reinado ilustra la fragilidad del poder imperial en una época donde los emperadores dependían de la lealtad de las legiones y donde la sucesión a menudo se decidía en el campo de batalla en lugar de en el Senado. También subraya la constante presión militar a la que estaba sometido el imperio, tanto en sus fronteras occidentales como orientales.
A pesar de su brevedad, el reinado de Caro sirvió como un preludio crucial para la estabilidad que traería Diocleciano. La necesidad de un gobierno más fuerte y de una reorganización imperial se hizo aún más evidente después de la serie de muertes y usurpaciones que caracterizaron el período de Caro y sus hijos. Diocleciano, al consolidar el poder y establecer la Tetrarquía, sentaría las bases para una nueva era de relativa estabilidad, aunque a expensas de la unidad imperial a largo plazo.
El emperador Caro, aunque a menudo eclipsado por figuras más prominentes de la historia romana, es un recordatorio de la volatilidad y el dinamismo del Imperio Romano durante uno de sus períodos más difíciles. Su campaña persa, aunque truncada, demostró el poder militar romano, y su misteriosa muerte subraya la incertidumbre y el peligro inherentes a la púrpura imperial en el siglo III.
Libros Recomendados en Español
Si quieres profundizar en la historia de este fascinante período del Imperio Romano, te recomiendo algunas obras que abordan la Crisis del Siglo III y, en particular, el reinado de emperadores como Caro:
"Historia de Roma" de Theodor Mommsen: Aunque es una obra clásica y extensa, ofrece un panorama detallado de la historia romana y las dinámicas políticas y militares que llevaron a la Crisis del Siglo III. Es una lectura fundamental para comprender el contexto de Caro.
"Breve Historia de los Emperadores Romanos" de David Potter: Este libro proporciona una visión concisa pero informativa de los distintos emperadores romanos, incluyendo a aquellos de la Crisis del Siglo III. Es una excelente introducción.
"El Imperio Romano: Una Nueva Historia" de Chris Wickham: Aunque no se centra exclusivamente en el siglo III, Wickham ofrece una perspectiva moderna y analítica sobre los cambios económicos y sociales que influyeron en la inestabilidad de este período.
"El Bajo Imperio Romano: De Diocleciano a la Invasión de los Bárbaros" de Stephen Williams: Aunque el título sugiere un enfoque posterior, este libro cubre los antecedentes de la Tetrarquía y las reformas de Diocleciano, lo que ayuda a contextualizar la situación que heredó de emperadores como Caro.
"Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano" de Edward Gibbon: Es un clásico de la historiografía, aunque su visión es antigua, es invaluable por su prosa y el nivel de detalle. Aborda de forma extensa la Crisis del Siglo III y el contexto en el que vivió Caro.


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