Un Título de Fuego y Ceniza: El Ascenso y la Caída del Emperador Galerio

Cayo Galerio Valerio Maximiano, de origen humilde en la provincia de Dacia, ascendió hasta convertirse en uno de los emperadores más poderosos de la Tetrarquía. Su carrera, forjada en el ejército, culminó con una victoria decisiva sobre los persas, lo que le valió el respeto de Diocleciano, su mentor. Sin embargo, su legado está manchado por su papel como instigador de la Gran Persecución de los cristianos. A pesar de su brutalidad y de sus fracasos en la guerra civil, su reinado terminó con un acto de sorprendente pragmatismo: el Edicto de Tolerancia de Serdica, que legalizó el cristianismo y marcó un punto de inflexión crucial en la historia romana.

EMPERADORES

tio bolas

8/29/20258 min read

mapa de la tetrarquia año 305
mapa de la tetrarquia año 305

Cayo Galerio Valerio Maximiano, más conocido simplemente como Galerio, es una figura que emerge de las sombras de la historia romana, a menudo eclipsada por los gigantes de su tiempo, como Diocleciano, su mentor y el arquitecto de la Tetrarquía, o Constantino, el emperador que finalmente unificó el Imperio y abrazó el cristianismo. Sin embargo, ignorar la vida de Galerio sería un error. Su trayectoria, desde un humilde pastor en los confines del Imperio hasta convertirse en uno de los hombres más poderosos del mundo conocido, es un testimonio de ambición, brutalidad y, en sus últimos momentos, de un pragmatismo sorprendente. Su reinado no fue el de un genio estratégico o un visionario, sino el de un guerrero formidable que, a través de la fuerza y la lealtad, se mantuvo firme en un mundo en constante cambio, dejando una marca indeleble en el final de la Antigüedad Clásica.

Orígenes Humildes y un Ascenso Imparable

La historia de Galerio comienza en la provincia de Dacia Ripensis, una región fronteriza del Imperio Romano, que hoy se sitúa en parte de Serbia y Bulgaria. Las fuentes, a menudo sesgadas, lo describen como un hombre de origen humilde, hijo de pastores. Su apodo, “Armentarius”, que significa “pastor”, es una referencia directa a sus raíces. Este origen, lejos de ser un impedimento, moldeó su carácter. Galerio no era un intelectual ni un político refinado; era un hombre de acción, forjado en el campo y endurecido por la vida militar. Su madre, Rómula, era una devota pagana, lo que, según las fuentes cristianas de la época, influyó en su profundo y a menudo fanático compromiso con las tradiciones religiosas romanas.

Su carrera militar fue su único camino hacia el poder. Galerio se alistó en el ejército y, a través de su valentía y disciplina, ascendió en las filas. Sirvió bajo los emperadores Aureliano y Probo, destacándose en las campañas en el Danubio, una zona de constante conflicto. Su momento crucial llegó en el 293 d.C., cuando el emperador Diocleciano, en su búsqueda de una solución a la crisis de gobernabilidad del Imperio, instituyó la Tetrarquía. Este sistema, una división del poder entre dos Augustos y dos Césares, buscaba asegurar una sucesión ordenada y una defensa más eficiente de las vastas fronteras romanas. Diocleciano, el Augusto de Oriente, buscaba un hombre leal y capaz para ser su César, y Galerio, con su historial militar impecable y su falta de conexiones con la élite senatorial, era el candidato ideal. Su nombramiento como César, y su posterior matrimonio con Valeria, la hija de Diocleciano, sellaron su ascenso a la cima del poder imperial.

Triunfos Militares y la Lucha por la Frontera Oriental

Como César de Diocleciano, la principal responsabilidad de Galerio era la defensa de las fronteras orientales del Imperio. Su principal enemigo era el Imperio Sasánida de Persia, una potencia formidable que controlaba la Mesopotamia y representaba una amenaza constante para Roma. En un primer intento, la campaña de Galerio contra los persas fue un fracaso humillante. En el año 296 d.C., sufrió una aplastante derrota en la batalla de Carrhae. Según las crónicas de la época, Diocleciano humilló públicamente a Galerio por esta derrota, obligándolo a caminar detrás de su carruaje durante un desfile. Este acto de sumisión, lejos de romper su espíritu, pareció alimentar su determinación.

Galerio se preparó meticulosamente para la revancha. En el 298 d.C., lideró una nueva campaña contra el rey persa Narsés. En la batalla de Satala, Galerio demostró su genio militar. En una maniobra audaz, lideró un pequeño contingente para atacar por sorpresa el campamento persa, mientras el grueso de sus tropas envolvía al enemigo. La victoria romana fue decisiva. Galerio no solo aniquiló al ejército sasánida, sino que también capturó el tesoro real de Narsés y, lo que era más importante, a su harén y a su familia. Esta victoria fue un golpe devastador para la moral persa y un triunfo rotundo para el prestigio de Roma. El posterior Tratado de Nisibis fue uno de los tratados de paz más favorables que Roma había logrado en su historia con los persas. El tratado no solo expandió el territorio romano en la región de Mesopotamia, sino que también aseguró una paz duradera en la frontera oriental durante más de 40 años, un logro impresionante en un período tan inestable.

Imperio romano en 305. Territorios correspondientes a los tetrarcas. Marcomogollon. Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International license.

columna de galerio
columna de galerio

Thessaloniki (Greece) - The Arch of Galerius (detail). No machine-readable author provided. Snowdog assumed (based on copyright claims)..

La Gran Persecución y el Fanatismo Religioso

El papel de Galerio en la Gran Persecución de los cristianos, iniciada en el 303 d.C., es quizás su legado más oscuro y controvertido. Si bien a menudo se atribuye a Diocleciano el inicio de esta brutal campaña, las fuentes cristianas, en particular el escritor Lactancio, sugieren que Galerio fue el principal instigador. Lactancio, en su obra De Mortibus Persecutorum (Sobre las muertes de los perseguidores), lo describe como un hombre lleno de un odio visceral hacia los cristianos, influenciado por su madre, quien según él, era una fanática pagana.

La persecución comenzó con la publicación del primer edicto en Nicomedia. Este edicto ordenaba la destrucción de iglesias, la quema de libros sagrados y la confiscación de propiedades cristianas. Un segundo edicto siguió, exigiendo el arresto de los líderes de la iglesia, y un tercero, la abolición de los derechos civiles para los cristianos que no se retractaran de su fe. El cuarto y último edicto fue el más brutal, ordenando a todos los ciudadanos del Imperio que hicieran sacrificios a los dioses paganos. Aquellos que se negaran eran sometidos a torturas y, en muchos casos, a la ejecución.

En el Oriente, la persecución fue particularmente feroz bajo el mandato de Galerio y su César, Maximino Daia. Los cristianos en Egipto, Siria y Asia Menor sufrieron un período de terror y martirio. La persecución, sin embargo, no logró su objetivo de erradicar el cristianismo. En lugar de ello, fortaleció la fe de los creyentes y creó una nueva generación de mártires y héroes de la fe, cuyo sacrificio inspiró a muchos. La brutalidad de Galerio no solo fracasó en su objetivo, sino que, a la larga, contribuyó al desprestigio del paganismo y preparó el terreno para la futura legalización del cristianismo bajo Constantino.

El Colapso de la Tetrarquía y la Lucha por el Poder

En el año 305 d.C., la Tetrarquía, el sistema que había elevado a Galerio, enfrentó su mayor desafío. Diocleciano, en un acto sin precedentes, abdicó del trono, un evento que conmocionó a todo el Imperio y que había planeado cuidadosamente para asegurar una transición de poder ordenada. Obligó a su colega, Maximiano, a abdicar también. Según el plan de Diocleciano, Galerio y Constancio Cloro se convirtieron en los nuevos Augustos. Galerio, como Augusto principal, eligió a dos nuevos Césares: su leal Maximino Daia en el este y Severo II en el oeste. Este nuevo reparto, sin embargo, se desmoronó casi de inmediato.

La muerte de Constancio Cloro en el 306 d.C. desencadenó una crisis de sucesión. Sus tropas en Britania proclamaron a su hijo, Constantino, como Augusto, ignorando la autoridad de Galerio y el sistema de la Tetrarquía. Para complicar aún más las cosas, en Roma, los pretorianos y el pueblo se rebelaron contra la autoridad de Severo II y proclamaron a Majencio, el hijo de Maximiano, como emperador. La guerra civil, el mismo caos que la Tetrarquía había sido diseñada para evitar, volvió a estallar.

Galerio, como el principal Augusto, intentó restaurar el orden por la fuerza. En el 307 d.C., dirigió una invasión a Italia para derrocar a Majencio. Sin embargo, la campaña fue un desastre. Sus tropas, desmoralizadas y viendo en Majencio y su padre una causa legítima, desertaron en masa. La invasión fracasó, y Galerio se vio obligado a retirarse, un revés humillante que debilitó su autoridad de manera irreparable.

A pesar de estos reveses, Galerio intentó por última vez salvar la Tetrarquía. En el 308 d.C., convocó una conferencia en la ciudad de Carnuntum, invitando a Diocleciano a salir de su retiro para mediar. La conferencia fue un intento de restaurar el orden, pero las ambiciones personales de los rivales, en particular de Constantino, eran demasiado grandes para ser contenidas. La conferencia fracasó en su objetivo y la Tetrarquía, en su forma original, estaba muerta. El Imperio se había fragmentado en una serie de rivalidades entre múltiples emperadores, una situación que solo se resolvería con la eventual victoria de uno de ellos: Constantino.

El Fin de un Reinado y un Gesto de Tolerancia

Los últimos años de la vida de Galerio fueron de profundo sufrimiento físico. Las fuentes de la época, tanto cristianas como paganas, describen una terrible y dolorosa enfermedad que lo consumió lentamente, una especie de cáncer o lepra que lo desfiguró y lo dejó en un estado de agonía constante. Lactancio, el escritor cristiano, vio esta enfermedad como un castigo divino por la persecución a los cristianos, un castigo que solo podía terminar con la muerte del emperador.

En medio de su sufrimiento, Galerio tomó una decisión que cambiaría para siempre el curso de la historia. En el 311 d.C., desde su lecho de muerte en Serdica, emitió el famoso Edicto de Tolerancia de Serdica. Este edicto, un giro extraordinario y pragmático, ponía fin a la Gran Persecución. Reconocía el cristianismo como una religión legítima y legalizaba su práctica en todo el Imperio. El edicto no era un acto de fe, sino un reconocimiento de la futilidad de la persecución y un intento desesperado por restaurar la paz en un Imperio al borde del colapso. En el edicto, Galerio admitía el fracaso de su política y, en un acto final de humildad o pragmatismo, pedía a los cristianos que oraran por la salud del emperador y por la seguridad del Imperio.

Galerio murió pocos días después de emitir el edicto, en mayo del 311 d.C. Su muerte, al igual que la de Constancio Cloro, dejó un vacío de poder que rápidamente se llenó con la lucha final por el control del Imperio. El legado de Galerio es complejo y contradictorio. Fue un hombre brutal y pragmático, un militar competente que ascendió desde la nada hasta la cima del poder. Su papel en la Gran Persecución es su mancha más oscura, un acto de fanatismo que causó un sufrimiento incalculable. Sin embargo, su último edicto, el de la tolerancia, es una muestra de pragmatismo o, quizás, de un remordimiento tardío. Galerio, el pastor de Dacia, no logró su objetivo de restaurar la unidad del Imperio, pero su reinado sentó las bases para el ascenso de Constantino, el emperador que finalmente unificó el Imperio y, con su propio edicto, el de Milán, cambió para siempre el destino del cristianismo. La historia de Galerio es un testimonio de la ambición humana, la fragilidad del poder y la ironía del destino, un recordatorio de que incluso los hombres más poderosos pueden ser, en última instancia, peones en el gran juego de la historia.

Libros Recomendados en español

  • "Constantino el Grande" de Paul Stephenson: Aunque se centra en Constantino, el libro ofrece un excelente contexto sobre el periodo de la Tetrarquía y el papel de Galerio.

  • "El Imperio Romano: De los orígenes a Diocleciano" de David Shotter: Una obra académica que brinda un análisis detallado de la crisis del siglo III y las reformas de Diocleciano, situando a Galerio en su contexto histórico.

  • "Los últimos días de Roma: El ocaso del Imperio" de Adrian Goldsworthy: Un relato accesible y bien documentado que abarca los últimos años del Imperio de Occidente y las figuras clave de la Tetrarquía.

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Emperor Galerius' portrait head in porphyry, from his palace in Romuliana (Gamzigrad). Romuliana Galerius head (cropped).jpg Creative Commons Attribution 3.0 Unported license.