Vetranio: General en la Tormenta de Sucesión de Constantino
El año 350 d.C. marcó una profunda crisis en el Imperio Romano, un período de quiebra dinástica conocido como el "Año de los Tres Augustos". La convulsión se desató con el asesinato del emperador Constante I a manos del usurpador Magnencio en Occidente, dejando a Constancio II solo y atrapado en el frente persa. La amenaza de Magnencio sobre las estratégicas provincias balcánicas (Ilírico) era existencial, pues esta región era el principal reservorio de tropas de Roma. En este vacío de poder y ante la urgencia de crear un contrapeso militar inmediato, la princesa Constantina, hermana de Constancio, tomó la iniciativa. Ella instó a Vetranio, un anciano y respetado magister militum de origen panonio, a tomar la púrpura imperial. Su proclamación el 1 de marzo de 350 d.C. fue una "usurpación leal", un movimiento defensivo para bloquear a Magnencio y mantener el control militar hasta el regreso del Augusto legítimo. La historia de Vetranio es la de un soldado forzado al trono, cuya breve e inusual figura se define por la lealtad dinámica y un retiro sorprendentemente pacífico.
EMPERADORES


El Año de los Tres Augustos (350 d.C.)
El año 350 de nuestra era se inscribe en la historia del Imperio Romano no solo como un periodo de profunda crisis militar, sino como un momento de quiebra dinástica que puso en peligro la estabilidad construida por Constantino el Grande. Fue, de facto, el "Año de los Tres Augustos" en Occidente, aunque la cifra real de aspirantes al trono fue aún mayor. Este contexto turbulento es indispensable para comprender la aparición, el breve reinado y la singularidad del destino de Vetranio, un hombre que fue empujado a la púrpura imperial más por la necesidad de defensa territorial que por una ambición personal desenfrenada.
El telón de fondo de esta convulsión fue el asesinato del emperador Constante I, el más joven de los hijos de Constantino, a manos del usurpador Magnencio. En enero de 350 d.C., en Autun (antigua Augustodunum), Magnencio, un oficial de origen germano y presunta ascendencia británica al mando de la guardia imperial (protectores domestici), se proclamó Augusto. Este golpe no solo eliminó al soberano legítimo del Imperio Occidental, sino que supuso una afrenta directa a la dinastía constantiniana, que aún gozaba de un inmenso prestigio y una supuesta bendición divina.
La noticia de la traición y la muerte de Constante conmocionó a Roma y, especialmente, a la corte imperial. El único Augusto legítimo que quedaba era Constancio II, el hermano mediano, quien en ese momento se encontraba lejos, en la frontera oriental, lidiando con la eterna y agotadora amenaza persa bajo el liderazgo de Sapor II. La vastedad del Imperio se reveló entonces como una vulnerabilidad: Constancio II no podía abandonar de inmediato el limes oriental sin comprometer la seguridad de Asia Menor, pero tampoco podía permitir que Magnencio consolidara su poder en Occidente y, lo que era peor, avanzara sobre las provincias cruciales de los Balcanes.
El corazón de la amenaza inmediata residía en el Ilírico, la región que abarcaba las provincias danubianas (Panonia, Mesia y Dacia). Este territorio era la principal reserva de reclutas del ejército romano, el "vivero de emperadores" donde la disciplina militar y la lealtad a las estructuras de mando eran feroces. Si Magnencio lograba asegurar Ilírico, no solo obtendría legiones disciplinadas, sino que se posicionaría estratégicamente para el inevitable enfrentamiento con Constancio II.
En medio de este vacío de poder y esta amenaza existencial, surge la figura de Vetranio. No era un estratega político, sino un militar de carrera, un oficial de edad avanzada, respetado por las tropas, que llevaba décadas de servicio en la región. Su ascenso no fue una rebelión contra la dinastía, sino, paradójicamente, una usurpación leal, un movimiento defensivo orquestado por los propios leales a Constantino que se vieron obligados a crear un contrapeso militar inmediato para frenar el avance de Magnencio hacia el este. La verdadera maquinadora detrás de la escena, como veremos, fue una mujer de hierro: Constanza la hija de Constantino el Grande.
El Ascenso Forzado: De Magister Militum a Púrpura Imperial
La figura de Vetranio es la quintaesencia del militar romano de la Antigüedad Tardía: nacido probablemente en Mesia o Panonia, había ascendido en el escalafón por mérito y años de servicio, alcanzando el prestigioso puesto de magister peditum (comandante de la infantería) o magister militum en la zona de Ilírico. Su lealtad, según las fuentes de la época, estaba incuestionablemente ligada al ejército y, por extensión, a la estabilidad del estado romano. No obstante, era, según se dice, un hombre más apto para el mando táctico que para la intriga política, e incluso algunas fuentes sugieren una falta de educación formal, un rasgo que Constancio II explotaría más tarde.
El Papel de Constantina: La Estratega Detrás del Trono
El detonante de la proclamación de Vetranio fue Constantina, la hija de Constantino y hermana de Constancio II. Constantina, una mujer de gran influencia y, según algunas crónicas, de carácter despiadado y ambicioso, se encontraba en las provincias balcánicas cuando Magnencio dio su golpe. Temía, con razón, que el usurpador avanzara sobre Ilírico para eliminar cualquier reducto de resistencia dinástica. Incapaz de esperar la llegada de Constancio II, y viendo en Vetranio al oficial más respetado y capaz de la región, Constantina tomó una decisión audaz: instó a Vetranio a que se proclamara emperador.
La intención de Constantina era doble:
Bloquear a Magnencio: Crear una barrera militar legítima en el paso de los Balcanes para impedir que el usurpador occidental llegara a Constantinopla o a Grecia.
Preservar la Dinastía: Vetranio, al ser una elección de la propia Constantina, sería un aliado temporal, un "emperador vicario" que mantendría el trono en el Occidente Ilírico hasta que Constancio II pudiera regresar y enfrentarse a Magnencio.
La Proclamación y el Reconocimiento Provisional
Así, el 1 de marzo de 350 d.C., Vetranio fue solemnemente proclamado emperador (Augusto) por sus tropas en Sirmio o, más probablemente, en Mursa (la actual Osijek, Croacia), el corazón de Panonia. El apoyo del ejército de Ilírico fue inmediato, pues veían en él a un comandante de los suyos y un protector eficaz contra la amenaza occidental.
Constancio II, al recibir la noticia en el frente persa, se encontró en una posición extremadamente delicada. Por un lado, una nueva proclamación imperial era una amenaza a su propia legitimidad; por otro, la existencia de Vetranio era vital para sus intereses. Si Vetranio caía, Magnencio se fortalecería inmensamente. Por lo tanto, Constancio II optó por el pragmatismo político: reconoció provisionalmente a Vetranio como co-Augusto. Esta acción diplomática fue crucial. Al reconocerlo, Constancio II despojó a Vetranio del estigma de "usurpador" a ojos del ejército oriental y, lo más importante, lo integró en una coalición anti-Magnencio. Constancio incluso envió a Vetranio dinero para pagar a sus tropas y un estandarte de púrpura, simbolizando su aceptación.
El reinado de Vetranio fue, en esencia, un periodo de stand-by militar y político, centrado en fortificar Ilírico y rechazar los intentos de negociación o ataque de Magnencio, quien ofrecía a Vetranio el reconocimiento y la alianza contra Constancio II. Vetranio vaciló, llegando a unirse brevemente a Magnencio, pero la influencia de Constancio y el prestigio de la dinastía terminaron por prevalecer en las filas del ejército.
La Diplomacia de la Moneda: Fidelidad en el Conflicto
Uno de los aspectos más fascinantes y reveladores del brevísimo reinado de Vetranio (apenas nueve meses) es su acuñación numismática. Las monedas, en el Bajo Imperio, eran mucho más que meros instrumentos de intercambio: eran la principal herramienta de propaganda imperial, portadoras de un mensaje político y religioso claro para las tropas y el pueblo. Un análisis detallado de sus emisiones en las casas de la moneda de Sirmio, Siscia y Tesalónica revela la estrategia de "usurpación leal" con una precisión asombrosa.
Iconografía de la Lealtad Dinástica
La mayoría de las monedas de Vetranio estaban diseñadas no para ensalzar su figura personal, sino para cimentar su conexión con la dinastía constantiniana. Los reversos mostraban títulos y símbolos que implicaban un apoyo a Constancio II o una continuidad con el legado de su padre:
VOTIS V MULTIS X: Una aclamación tradicional que celebraba los cinco años de reinado y prometía muchos más, pero que en el contexto de un nuevo emperador, estaba diseñada para tranquilizar a la población y sugerir una continuidad estable.
CONCORDIA MILITUM: Representaciones de dos o tres Augustos, con Vetranio a menudo junto a Constancio II o incluso junto a Galo (que pronto sería nombrado César), enfatizando la unidad militar y la coalición contra Magnencio.
El Sueño de Constantino: El Sello de la Legitimidad
El reverso más impactante y significativo de la numismática de Vetranio es el que lleva la leyenda HOC SIGNO VICTOR ERIS ("Con este signo serás victorioso"). Este lema estaba acompañado de la imagen de Vetranio sosteniendo el lábaro, el estandarte cristiano coronado por el crismón , a veces con la imagen de la Victoria coronándolo o de un soldado arrodillado.
La importancia de esta emisión es monumental en el contexto de la guerra civil:
Referencia Directa a Constantino: El lema Hoc Signo Victor Eris remite directamente al famoso relato de Eusebio de Cesarea sobre la visión de Constantino antes de la Batalla del Puente Milvio (312 d.C.). Al utilizar este símbolo, Vetranio se presentaba como el heredero y defensor de la fe cristiana y del linaje constantiniano, apelando directamente a la piedad y lealtad de las tropas, muchas de las cuales ya eran cristianas.
Mensaje Anti-Magnencio: Magnencio, por su parte, aunque también acuñó monedas cristianas, fue percibido por Constancio II (y por la propaganda oriental) como un simpatizante del paganismo. Al abrazar el símbolo más potente del cristianismo dinástico, Vetranio se distinguía del usurpador occidental y reforzaba su papel como protector de la ortodoxia religiosa en nombre de Constancio II.
La acuñación de Vetranio demuestra que su "reinado" fue, desde el punto de vista propagandístico, una herramienta de Constancio II. Las monedas eran, en esencia, un mensaje codificado para el ejército y la élite: "No estoy aquí por mí mismo, sino para guardar el Imperio y la religión hasta que el Augusto legítimo, Constancio II, pueda regresar."


El Encuentro de Naissus: La Rendición Dramática
El punto final del drama político de Vetranio tuvo lugar a finales de 350 d.C. Constancio II, habiendo llegado a un acuerdo de paz temporal con Persia (que no duraría), pudo finalmente marchar hacia Occidente a través de Asia Menor y Tracia, llegando a los Balcanes. Su objetivo era doble: eliminar a Magnencio y, primero, asegurar la lealtad de Vetranio.
La Convocatoria y la Tensión
Constancio II, un político astuto y un maestro de la intriga (a diferencia de su ingenuo aliado), convocó a Vetranio para una reunión urgente de sus fuerzas conjuntas en Naissus (actual Niš, en Serbia). El pretexto oficial era unir sus ejércitos, planificar la estrategia contra Magnencio y, posiblemente, que Constancio II invistiera a Vetranio como César. Vetranio, quizás confiando en la palabra de su antiguo colega o simplemente siendo incapaz de ver la trampa, aceptó.
El encuentro fue cuidadosamente orquestado por Constancio II para ser una puesta en escena de máxima tensión y autoridad moral. Los dos ejércitos se congregaron en un vasto campo, con la presencia de miles de soldados. En el centro del campamento se levantó una alta plataforma, una tribuna militar (tribunal), desde donde los dos Augustos se dirigirían a las tropas.
El Discurso del Augusto Legítimo
El momento cumbre llegó cuando Constancio II y Vetranio subieron a la plataforma. Vetranio, vistiendo la púrpura imperial que Constantina le había forzado a adoptar, estaba allí como un igual. Sin embargo, Constancio II comenzó a hablar primero, y su discurso se reveló como un golpe maestro de manipulación política y emocional.
El discurso de Constancio II no se centró en la traición o la ley marcial. En cambio, apeló directamente a la fibra más sensible y reverenciada de los soldados de Ilírico: la memoria de su padre, Constantino el Grande.
Constancio II habló con elocuencia de:
La Dinastía y el Mandato Divino: Recordó las glorias de Constantino, el fundador de la estirpe, el Augusto que había llevado al Imperio a la fe cristiana. Argumentó que el poder imperial había sido otorgado por Dios a la Casa de Constantino y que cualquier intromisión era un sacrilegio.
El Juramento de Lealtad (Sacramentum): Interpeló a los veteranos, muchos de los cuales habían servido bajo su padre, preguntándoles cómo podían tolerar a un usurpador (Magnencio) y cómo podían permitir que otro general (Vetranio) se interpusiera entre ellos y el heredero legítimo del fundador.
El efecto del discurso fue inmediato y devastador para Vetranio. Las legiones, que habían sido leales a Vetranio el general, sintieron una obligación moral y dinástica aún mayor hacia Constancio II el Augusto. El grito de las tropas pasó de la aclamación de ambos emperadores a un rugido unánime en apoyo de Constancio. En un momento de pura catarsis militar, los soldados comenzaron a gritar en contra de Vetranio, exigiendo que renunciara.
El Despojo de la Púrpura
Vetranio, el soldado, se dio cuenta de que el juego había terminado. No era un tirano, ni un rebelde sediento de sangre; era un general arrastrado a una situación insostenible. En un acto de dignidad y sumisión, se quitó la diadema imperial de la cabeza y el manto de púrpura, se postró a los pies de Constancio II y le suplicó clemencia.
Constancio II, saboreando su victoria incruenta, ayudó a Vetranio a levantarse. En este momento, el poder del discurso y la reputación dinástica se impusieron al poder militar. El reinado de Vetranio había terminado pacíficamente el 25 de diciembre de 350 d.C., durando apenas nueve meses y veinticinco días.
Retiro y Legado: Una Segunda Vida en Prusa
El destino de Vetranio es, quizás, el aspecto más notable de toda su historia. En el brutal panorama político del Imperio Romano, los usurpadores casi siempre eran ejecutados de la manera más cruel posible, junto con sus familias y principales seguidores, para evitar cualquier posibilidad de represalia.
El Perdón Imperial y sus Motivos
Constancio II, sin embargo, eligió el camino de la clemencia, una decisión extremadamente rara. Vetranio no fue ejecutado, sino perdonado. Se le permitió vivir el resto de sus días como ciudadano privado, con el título de privatus, y se le otorgó una generosa pensión estatal.
Esta decisión tuvo múltiples motivaciones políticas y personales:
Justificación de la Usurpación: Al perdonarlo, Constancio II validaba retroactivamente la tesis de Constantina y la suya propia: que Vetranio nunca había sido un usurpador de iure, sino un instrumento de emergencia, un "usurpador leal" que había mantenido el status quo para la dinastía.
Propaganda y Contraste: El acto de clemencia fue un poderoso movimiento de propaganda. Contrastaba fuertemente con la brutalidad y el destino final que esperaba a Magnencio, el verdadero enemigo, posicionando a Constancio II como un Augusto piadoso y justo, a diferencia del tirano occidental.
Lealtad del Ejército: Constancio II evitó alienar a las legiones de Ilírico. Ejecutar a su anciano y respetado general habría sido un error político que podría haber provocado un motín o la deserción masiva hacia Magnencio.
La Paz de Prusa
Vetranio fue enviado a vivir a una finca en Prusa (actual Bursa, en Bitinia, Asia Menor), un lugar tranquilo y alejado de las intrigas de la corte. Allí, vivió aproximadamente seis años más, disfrutando de una vida de simple felicidad y retirado del peligro de la política.
La anécdota final de la vida de Vetranio es la más citada por los historiadores (como Zósimo): se dice que el general, en su retiro, le escribió a Constancio II, agradeciéndole la pensión y la vida. Supuestamente, Vetranio le recomendó al emperador que "sólo en una condición privada se podía obtener la verdadera felicidad", sugiriendo que la paz de espíritu era imposible en el trono imperial.
Vetranio murió por causas naturales alrededor del 356 d.C., una muerte digna y tranquila que pocos personajes de su calibre lograron en el tumultuoso siglo IV.
Conclusión: El Soldado Involuntario
Vetranio es un ejemplo paradigmático de la crisis del siglo IV. Un hombre que se encontró en el centro de un conflicto dinástico que no buscó. Su figura destaca por ser la excepción a la regla de la aniquilación de los usurpadores. Su breve paso por la púrpura, más que un reinado, fue un interludio de contención que le dio a Constancio II el tiempo vital para asegurar su posición y, finalmente, derrotar a Magnencio. Fue el general que, al mantener la paz y la lealtad en Ilírico, salvó indirectamente la posición de la dinastía constantiniana en Oriente.
Libros Recomendados en Español
Para el estudio y contextualización de la figura de Vetranio, un personaje que aparece en las obras de historia general del Bajo Imperio y la Dinastía Constantiniana, se recomiendan los siguientes títulos en español:
Historia del Bajo Imperio (Volúmenes I, II y III)
Autor: A. H. M. Jones
Comentario: Aunque es una obra monumental y académica, es indispensable para entender la compleja administración, la estructura militar y el contexto social y económico del siglo IV. Proporciona el marco más sólido para entender el papel de un magister militum como Vetranio.
Constantino el Grande: Emperador Cristiano
Autor: Paul Stephenson
Comentario: Una biografía de Constantino que ayuda a comprender la fuerza y el prestigio de la dinastía que Vetranio fue llamado a proteger. El peso del "legado constantiniano" es clave para entender su rendición en Naissus.
El Mundo de la Antigüedad Tardía
Autor: Peter Brown
Comentario: Un análisis cultural y social que va más allá de la historia militar, útil para situar la crisis religiosa y política del 350 d.C. en el contexto de la transformación del Imperio.
Historia de Roma (Tomo III: El Imperio Tardío, 284-476 d.C.)
Autor: Theodore Mommsen (y otros editores modernos)
Comentario: Un clásico de la historiografía romana que, a pesar de su antigüedad, ofrece una crónica detallada y bien organizada de los eventos militares y políticos que rodean a Constancio II, Magnencio y, brevemente, Vetranio.
SPQR. Una historia de la antigua Roma
Autor: Mary Beard
Comentario: Excelente obra de divulgación que, si bien no se centra en Vetranio, ofrece una perspectiva crítica y actualizada sobre las fuentes, el poder y la propaganda imperial en el Imperio tardío, aspectos cruciales para interpretar el fenómeno de la "usurpación leal".






